domingo, febrero 03, 2008

 

fronteras y bkf

estoy a punto de encarar un típico domingo calixteño, incluido una excursión a los indios ranqueles o, más bien, a los pagos de un ex pantanal devenido en urbanización moderna, cara e inspiradora de publicidades de prosegur, vw polo/gol country, cloro y pilates. pienso en otra gente, en otros modernos, modernos más en sentido moderno urbano chic de cotillón, con paredes blancas en su casa, con un símil de bkf en un living de mesa ratona de vidrio o madera al tono de las paredes, de reloj de agujas grande en su cocina blanca, con libros repartidos por todos lados y leídos porque hay que leerlos y discos de jazz y de tanto y de chill out y de calamaro y de kevin johansen y de jorge drexler [aunque más escondido] y de zitarrosa por si alguien se le ocurre preguntar quién es y de musicales [porque soy metrosexual y no le temo al ridículo] y de christian castro porque convivo con mi novia. y ahí llegamos al punto. a mi novia. esa que está enamorada de la idea de vivir en pareja, esa que está enamorada de la idea de estar enamorada y de vivir en pareja, esa que todos los domingos me arrastra a su casa familiar de barrio de casas bajas y viejas en la vereda [que todavía los hay] y que para llegar hasta ahí hay que viajar en esos colectivos de números raros que nunca se ven por el centro, esa novia que me insiste en visitar a mis viejos de vez en cuando sin saber que cada cuatro horas, promedio, recibo una llamada de mi madre para ver si a) estoy bien, b) cómo está mi novia, c) qué se comenta sobre el el gobierno k, d) cuándo venís a comer un asado, e) me encontré con un viejo amigo tuyo del club y está casada y tiene tres hijos y atiende la fotocopiadora del suegro y f) etcéteras varios. pero antes de salir al útero barrial que nos cobija a la sombra de un mantel de plástico comprado en el chuy aquél año que conocimos punta del este pero que no nos gustó porque había mucha ostentación, quizás salimos los dos a buscar un par de cosas cerca del departamento. quizás fuimos al coffee store a tomar café y garronear diarios. o quizás fuimos a un café martínez, aunque son muchos los viejos ahí y conseguir leer la nación es tarea imposible pasadas las 8.30, o quizás uno de esos de una cadena que ya ni me acuerdo el nombre en la que de vez en cuando hay noticias, o quizás fueron al chino de la vuelta, porque siempre hay un chino a la vuelta, y yo voy en ojotas y traje de baño porque soy así y vos como si me quisieras demostrar que acabás de volver de la playa y por eso todavía andás en bikini, ojotas y esos anteojos negros que te acompañaron durante los siete días junto al mar. no compran mucho. ni siquiera cuando están en carrefour. no tienen porqué hacerlo, están de novios. las compras de supermecardo son tan cortoplazistas como la idea de que si un día la cosa ya no pinta más, puedo salirme si quiero. y por eso ella se lleva sus milanesas de soja [siempre se lleva unas milanesas de soja, por más que junten hielo en el freezer] y él una botella de vino porque hay que tomar vino en el decantador que me convencieron de comprar en una liquidación de okko porque okko tiene todo lo que una pareja de novios puede desear para su casa blanca o con aspiraciones de contar en un chez lounge de diseño. y si no tomaron el café compraron clarín, comieron tostadas con mendicream y salieron para sus pagos. eso sí, el momento justo en el que, dentro del colectivo, cruzan esa avenida particular, esa que delimita el barrio, su barrio, ya nada es igual, se transforman. se descontracturan. se vuelven a su estado natural. es su ámbito. y ya bajan cancheros. y buscan los milestones de su infancia y de su adolescencia, y miran con simpatía la esquina donde está la panadería de siempre, esa en la que alguna vez apretó con otra novia, esa cuyo escalón de la puerta sirvió como improvisado sillón para tarde-noches de insomnio en la que se contaban planes de grandez eterna con amigos, esa en la que meaba de vez en cuando llegaba borracho y no podía aguantar. y se bajan contentos. y al bajar también se dan cuenta de que han vuelto a agarrarse de la mano, a caminar de la mano. porque al fin y al cabo están de vuelta en casa y qué bueno sería que hoy se coma asado piensa él y mi mamá se va a poner contenta piensa ella. lástima que, una vez que entran en la casa de ella, vuelven a transformarse, a convertirse en los conquistadores del palermo no sé qué. porque, mamá, no importa con qué lavo la ropa, si total la mando al laverrap y él, ahora, está escribiendo unos artículos sobre el iphone y gracias a dios, piensa, finalmente me vino, porque me mato si el güevón este que se pasa el día en la play me deja preñada y sí, mamá, todo bien, el laburo bien, ay, papá, qué se yo cuándo voy a tener hijos, no seas pesado.

Comments:
Para mi gusto, BRILLANTE, de lo mejor que te he leido. Me gusta esa lejania, una descripcion un poco ironica con un toque de bondad. creo que este es un buen recurso, yo lo explotaria.
 
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