miércoles, diciembre 05, 2007
programa nac & pop
lo siguiente es independiente del post anterior. o quizás no. pero no quiero que se tome como una postura anti algo. sino más bien, quiero evidenciar un momento de autofelicitación. uno de esos momentos en los que me digo, calixto, tu sí que a veces la pegas. resulta que el sábado, a eso de las 11 am, vi que el día no despertaba muchas expectativas. digo, sin más partidos de fútbol por jugar, con el tenis -por ahora- reestringido a los noches de días hábiles, sin la casa en pilar [porque en mi casa somos así, viste] y bueno, repito, sin perspectivas, me iluminé y le propuse a maría ir a un lugar al que había ido hace mucho tiempo y cuyo único recuerdo eran unos pibes de unas divisiones más altas [estamos hablando de rugby, man, porque en el colegio son grados o años, ¿ok?] intentaron ponerle palos en las ruedas al tren [literalmente], luego de unas jornadas de ovalada en la plata. o sea, se me ocurrió llevar a francisco y a rosario a la república de los niños. consulté por internet cómo llegar y, si bien el mapa a mí me resultó confuso, después descubrí que estaba todo bien. entonces, a las impresiones del sábado. supongo que uno, al vivir en un tupper en un décimo piso de una calle como ugarte, en la república de belgrano, los prejuicios afloran cual porotos germinados. entonces pensaba: che, cosa municipal, de la plata, ag, debe ser una grasada. y bueno, salvando algunos detalles obvios, naaa que ver, viste. digo, importa un carajo el grado de grasitud del lugar. está cuidado. está limpio. está bien para pasar el día. es más, de no ser porque llegamos al filo del mediodía, con mucho sol, creo que hubiéramos visto mejor el menú con la mrs y hubiéramos elegido algo mejor para comer. digo, estaba rico -con mozas lejos del estereotipo desganado de símil parque de diversiones-, pero algo caro. y entonces, de haber leído mejor el menú, hubiera sido todo considerablemente más barato. ¿y si hubiéramos llevado picnic nunca vianda? mejor aún. grandes espacios abiertos por todos lados invitan a esta modalidad alimentaria. cuestión que además pudimos ver dos shows callejeros -dentro de la rep., no se confundan- bastante pasabales y hasta viajamos en el tren que le da una vuelta al parque. más allá de la alegría de pasarla en familia y bla bla bla, los chicos, los dos, la pasaron bárbaro. y nosotros, los adultos, también. en un momento me sentí como esos chicos que alguna vez vi en la repúbica perdida, paseando por ahí con delantales blancos bajo la paternal mirada del pocho [¿o era evita?]. estuvo bueno. y en cualquier momento vuelvo. ah, y todo con el condimento extra de ir desplumánd0me de más prejuicios.