miércoles, agosto 30, 2006

 

distintas miradas

entre los estrenos de esta semana, hay dos que, supongo, recibirán críticas dispares. por no decir malas. una es the lake house, o la casa del lago, dirigida por alejandro agresti, con keanu reeves y sandra bullock. entre las cosas -en contra- que le van a destacar, va a estar el tema de las actuaciones. que keanu es de madera y esas cosas. hasta falta de química con su compañera de speed/máxima velocidad. pero, ¿sabés qué? a mí la peli me gustó. no sé si estaba yo en un día amable. o que definitivamente tengo que get out of the closet y admitir que las chick-flicks me gustan (cuando considero que están bien hechas) y que, a la larga, es sólo un género más como lo puede ser el terror, la acción o la comedia. cuestión que la película está bien, siempre y cuando entres en el tema ese del viaje en el tiempo. porque keanu y sandra se comunican por carta con dos años de diferencia. uno vive en 2004 y la otra en 2006. si te dejás llevar por esa premisa, que los se pueden comunicar y, eventualmente, se pueden enamorar, todo bien. pero el problema es otro. ya en estados unidos se lo resaltó: que no tenía la *magia* de la película original coreana. sí, ésta es una remake de il mare. pero, ¿cuál es el problema acá? porque, si un coreano establece que, por carta, dos personas que viven en años distintos se pueden comunicar y enamorar, no lo pueden hacer en hollywood. porque lo hacen mal. pero, ¿sabés qué? agresti lo hace bien. digan lo que digan. el tipo maneja bien los tiempos, sabe que dirige una peli romántica y se regodea en ellos dos, y les da su espacio para que se comuniquen y esas cosas. y todo funciona. en serio. "sólo hay que dejarse llevar"... y esas cosas. pero es de verdad. no es que la recomiende 100 por 100, pero a falta de algo mejor. por otra parte, agresti se reserva el mejor cameo en mucho tiempo. en serio. el hombre aparece quince segundos en la película y es una de las mejores escenas.
la otra película que me ocupa es united 93/vuelo 93. a la salida, el otro día, de la privada, había gente realmente indignada. qué hijoputa, decían, con respecto a paul greengrass (que hizo la excelente bloody sunday). que esquematiza a los terroristas, que cae en el sentimentalismo con los pasajeros, que ahora me vas a decir que los tipos quisieron voltear a los terroristas en el avión para salvar a su país... y etcéteras varios. no, la película, para la que greengrass investigó mucho, muchísimo, es una verdad posible, como el propio director lo dice. maneja con un crescendo envidiable el suspenso de una situación que, para colmo, vos sabés exactamente cómo terminó. y no es que quieras que los tipos en el avión se salven (son los que el 11s cayeron en pensilvania), sino que querés ver cómo resuelven esa situación. uno decía que porqué mostrar a los pasajeros hablando por teléfono con sus familias y diciendo *te amo* y *saluda a los niños de mi parte* y esas cosas. y la única razón es porque eso fue verdad. están las grabaciones de ese día. están los recuerdos de las familias de las víctimas y cosas así. lo que el greengrass muestra es cómo unas personas, enfrentadas a una situación inverosímil, reaccionan ante eso. ¿lo hacen por patriotismo, como nos quisieron vender? o sea, ¿los tipos tiraron abajo el avión a propósito porque sabían que ya había volado las twin towers? no, esa gente, común hasta el estereotipo pero, por otra parte, eran yankis clásicos los que esa mañana abordaron el avión en newark, creyeron que quizás se podían salvar y dándose cuenta de que no hay otra salida, buscaron la forma de salvarse. no lo consiguieron. y se murieron. ¿cómo se supo esto? porque algunos hablaron por teléfono y contaron qué iban a hacer. mientras tanto, greengrass reparte la acción en tierra, en las torres de control de distintos aeropuertos. y lo que capta el tipo es esto: la sensación de que nadie sabía realmente lo que estaba pasando. nadie supo qué fue lo que pasó hasta varios días después. nadie podía entender que estaban siendo atacados. de un momento al otro la pax americana se caía a pedazos y sólo podían mirarlo por la cnn sin comprender un ápice qué era eso. no fue como en pearl harbor que los yankis esperaban la excusa para entrar en guerra. acá, el pueblo (no voy a entrar en las teorías conspirativas de que bush sabía y no hizo nada para justificar las invasiones de afganistán, primero, e irak después), nunca esperó algo así. fue como si, de un día para el otro, uruguay ataca buenos aires y la deja hecha añicos. ok, sabíamos que existía tensión entre nosotros. ¿pero tanta como para llegar a ese punto? es fácil mirar hoy lo que pasó ese día y decir ah, los yankis se lo merecían, mirá lo que hicieron después. pero en la película no hay un después. es todo un ahora. un ahora con aviones tomados y cayendo en diferentes puntos de eeuu. y golpeó al ciudadano medio. a ese que un avión pide un vaso de agua para tomar sus pastillas, o conversa con el tipo de al lado porque hay que hacer tiempo hasta que traigan la bandeja del desayuna. ¿pero tenían que contarse que en casa los espera una familia? sí, si uno se pone a pensar, cuando conoce a alguien en lugares así, lo más común es hablar de lo que se tiene, no materialmente, sino en cuanto a familia, trabajo y hobbies. eso sí, creo que ocho días más tarde al 11/s las conversaciones fueron distintas. pero ése día todo lo que muestra greengrass es plausible. y eso está bien. ¿es necesaria verla? creo que sí, creo que habla sobre esa desesperación de ver caer tu mundo en pedazos en sólo cuestión de segundos. habla sobre cómo responde una persona ante semejante presión. habla sobre la sinrazón. porque nos recuerda qué fue lo que pasó ese día: tres mil y pico de personas murieron, tiraron abajo dos torres, reventaron parte del pentágono y otro avión se estrelló sin llegar a destino. ese día eeuu todavía no había invadido afganistán. los abusos en la cárcel de abu graib no habían ocurrido. guantánamo era sólo una base, no un espacio en blanco en el derecho internacional. ese día fue muy importante. que una vida de un yanki come chicles y ordinario se llora igual que la de un libanés escapando de beirut.

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