jueves, julio 27, 2006

 

rayos y centellas

había empezado tan bien el martes. con una madrugada cargada de aires hawaiianos. pero parece que invocar el nombre de iz en vano trae consecuencias nefastas. no fue una cosa inmediata. sino que tenía que haberme dado cuenta de los signos. como una ida al colón tirada de los pelos. pensaba que sería como un especie de visita guiada y al final terminó como refugio para la tercera guerra mundial, al tiempo que me demostró que en el periodista gráfico y televisivo las ideas no sobran. vamos a este punto, primero. telerman convocó "a los medios" a mostrar cómo anda el master plan para tener listo al colón para el centenerio en 2008. cuestión que llega el afrancesado al colón y cámaras de fotos y tele empiezan a inmortalizar su pelada testa: subiendo las escaleras, saludando a este tipo, al otro, a la mina, a la otra, a la ratita de fajre (por la pinta, no por características humanas). y nos meten en una salita y por una hora nos pasan un powerpoint de todo lo que vienen haciendo. qué lindo pero quiero salir a recorrer, che. y vamos. y las cámaras y las fotos muestran que telerman mira la sala. que con aire de dueño de casa escucha como si la mucama le informara que hay que comprar papel higiénico. o sea, te escucho pero no te escucho. y hace chistes. malos. chistes al fin. y subimos al escenario. y nos muestran el telón de una tonelada que fue cambiado en la década del 30 y ahora lo van a cambiar por una muy similar, pero ignífugo. porque todo, en el colón, será ignífugo (gracias pato). es la palabra de moda. esa y la acústica. con la acústica todo bien, pero escuchar que a todos los géneros se les puede poner un fósforo y que no se prendan no sé, medio como que me hartó. y pasamos por el salón dorado también y telerman mira el cieloraso y señala y un fotógrafo casi como me ordena, correte y saca fotos. y telerman se acerca a la ventana, quiere espiar la calle, a ver si la grúa le llevó la chrysler caravan que usa y ahí van las cámaras y más fotos y más imágenes. y telerman camina y más de más. che, y las obras, a las cámaras no les interesa. telerman is in the house papi. y vamos por los pasillos hasta un subsuelo y entramos en el lugar donde trabajan los arquitectos en el master plan, un par de chicas que son una mezcla de meritorias y arquitectas fashion, que se deben llamar por sobrenombres en inglés, meri, vicky, y que nacieron sobre avenida la plata. y también está el arquetipo del arquitecto cool, que de tan cool sería gay, con pantalón y saco al tono (cashual, obviamente) y camisa a rayas de revista de moda. peinado corto con onda y mostrando las canas, y unos anteojos modernos, que pegan con la mac en la que trabaja y sueña con un paraíso de diseño. y telerman a esta altura se cansó o su calva reluciente actuó como bola mágica y se las picó a un refugio antibomba. porque subimos al techo del colón, a ver cómo trabajan en los vitrales y cuando volvemos ya caen algunas piedritas. chiquitas. y en el ascensor, un colega que habla con la mujer. no, acá no cayeron piedras, le dice. ¿piedras?, pregunto. sí, en palermo granizó mal, responde. y cuando llego a la puerta a pedir un taxi lo de palermo pasa en el centro y empieza a caer una, y otra y otra y otra y de pronto la calle está toda blanca, y el granizo rebota contra los andamios del colón sobre la calle tucumán y entran en el pasaje de los carruajes. llamo al diario y nada. la línea está muerte. qué cagada los celulares que en cosas así no funcionan. para qué están entonces. y siguen cayendo piedras, del tamaño de una pelota de golf, de tenis de lo que sea. y en esas pido un taxi a través del diario pero va a tardar una hora en llegar (aunque eso todavía no lo sé). y en medio del kilombo me llama m (y ahora viene la parte del cambio del día hawaiiano al infierno): que estaba tranquila bañándose cuando escucha un ruido terrible y empieza a ir cuarto por cuarto (son tres, no son tantos che) del tupper de la calle ugarte. logra cerrar la persiana del nuestro y agarra a la beba. entra en el escritorio y repite. cuando escucha un clack terrible y abre la cuarte del cuarto de f. que estaba durmiendo la siesta. pero no. f. estaba parado sobre su cama, mirando con espanto cómo una terrible piedra había roto su ventana. los vidrios esparcidos por doquier y más granizo entrando por el tremendo agujero. y m que lo agarra como puede y lo saca de ahí y otro crash, dos ventanas más de la cocina y la puta que lo parió. todo el barrio parece que le ha pasado lo mismo. y bueno, m que me avisa y yo en el colón sin poder moverme de ahí. no hay taxis, no sé si tengo que ir al diario y organizo un plan de salvamento más eficiente que el de katrina. pero lento en su ejecución. tras 45, 50 minutos de esperar el taxi que me lleve al diario llamo a mi editor y le digo que no voy nada, que me voy a casa por esto esto y esto. ok, me dice, tranquilo y andá y para el tupper del décimo piso de la calle ugarte me dirijo pero no en subte, porque la línea d está interrumpida y la puta que te parió y salgo a pellegrini y trato de tomar un taxi y si bien creo que será una cosa imposible, puenteo a los abrepuertas y me subo a uno. a belgrano indico -sí, belgrano, qué problema ahí- y llego un rato después a casa y abrazo a m y a f. y r. como en una película yanki minutos antes de que aparezca el the end. ya vendrá el tiempo de arreglar y gatillar las ventanas nuevas. hoy ya estamos todos bien.

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