calixto

el sábado, mientras estaba mirando el partido argentina-costa de marfil, se me acerca mi sobrina que está en cuarto o quinto grado y pregunta: calixto, ¿dónde queda costa de marfil? en áfrica, respondo y se va corriendo hasta la biblioteca y saca una enciclopedia ilustrada para niños de su edad y se pone a leer. al rato, calixto, ¿quién le da las cartas a los carteros para que las repartan? también ensayo un respuesta para que esta niña, fruto de un barrio cerrado, entienda que antes del mail y el teléfono la gente, en serio, se comunicaba por carta (y con esto no quiero sonar como los viejos carcamanes de la nación). y así con un par de preguntas más que, la verdad, si bien me rompían soberanamente las pelotas por el momento en que eran realizadas, me divertían contestar, por eso del tío inteligente y esas cosas. hasta que llegó la última: calixto, ¿por qué la gente se suicida?... cri cri... me miré el ombligo y le dije que eran cosas que sus viejos tenían que responderle. no sé, me daba cosa decirle: por las razones equivocadas. porque, a la larga, ¿por qué se suicida la gente si no es por las razones equivocadas? los únicos con derechos a pegarse un tiro, saltar desde un décimo piso (no de la calle ugarte, por favor), meterse abajo de un tren o abrir las llaves del gas son los tipos felices. esa gente que sabe que han llegado al pico máximo de sus posibilidades en la tierra y que, por lo tanto, is better to burn out than to fade away... sí, si te crees un tipo contento, matate, porque sino, a partir de ahí es todo cuesta abajo. en cambio, si sos un infeliz, si tu mujer te mete los cuernos, si te detectaron una enfermedad terminal, si tantas otras cosas que involucran poco de tu voluntad, date un tiempo. esperá. vas a ver que entre tanta miseria vas a tener un respiro. y entonces, sí, consumá el hecho, picá en punta y andate sabiendo que alcanzaste el objetivo. sino, no te suicides y listo porque, al final de cuentas, es un bajón. sobre todo para la gente que tiene que limpiar el estropicio.