domingo, enero 22, 2006

 

vivi pato sandra

Vivi está en el subte. Carga sus treinta y cinco y tantos y un bolso mientras ubica un lugar dónde pararse en el vagón. Es rubia de peluquería, bronceada de solarium y torneada de gimnasio. Es soltera también. Y tiene ganas de irse ya. Es viernes por la mañana y no puede esperar hasta las seis de la tarde, horario en que bajará de su oficina y partirá rumbo a Pinamar con Pato, su amiga del alma y dueña del 206 descapotable que las depositará en las playas atlánticas. Seguramente, cuando se trepe al auto, ya va a estar ahí Sandra, para completar el trío de íntimas solteras en busca de playa y calor, separados ambos ítems por el mar y los hombres como denominadores respectivos.
Ellas son clásicos del verano. Desde que tienen memoria adoptaron esta metodología de diversión. O de pasar el tiempo, como se prefiera. Al principio, con dinero uno a uno, recorrieron en solitario el Caribe, norte de Brasil, algo del Mediterráneo. La constante, mucha joda histérica, muchas fotos, mucho alcohol y vuelta a una Buenos Aires que las tiene marcadas. Marcadas por la soledad.
Pato usa permanente. Es más bien alta y siempre tiene pegados los anteojos negros y el celular. También guarda una bikini para días especiales. Y unos jeans que le marcan bien el traste y a los que combina con un top algo demodé pero siempre efectivo a la hora de los bifes.
Pato aún vive con sus viejos. En la casa de siempre, sobre los altos de la ferretería paterna en un barrio de casas bajas y aspiraciones chatas. Ella no encajó en el molde nunca, deseando toda la vida vivir en otra cuadra, en otra realidad. Pero la comodidad de casa no la cambia por nada. Ni por Rubén, su novio de la adolescencia y pos adolescencia al que dejó faltando tres meses para casarse, cuando tenía 23. Desde entonces no se le ha conocido novio oficial pero sí innumerables fatos que han hecho sonrojar a su madre de vergüenza cuando se lo hacían notar las amigas del barrio. No es que le importara mucho a Pato. Al contrario. Le gusta soportar una mochila que la distingue entre tanta embarazada congénita que la rodea en su zona.
Igual, ella tiene una escapatoria, su laburo. Un puesto contable en una imprenta del centro que le ha permitido escalar los escasos escalones que la acercaron al techo. Puesto, además, que ha ganado sin transigir en los constantes aprietes de su jefe, algo cincuentón ya, casado y con varios hijos, que le ha tirado los galgos desde que ingresó a la imprenta hace tiempo. Eso también la enorgullece. No se caga donde se come. Y eso que ha cagado en todos lados.
El trabajo, además, al ahorrar en casa y comida, le ha permitido llevar una vida con lujos módicos y placenteros. Vacaciones a lugares interesantes, el auto –que no cambia hace rato, sin embargo- y algo de plata en la cuenta corriente para que no explote la tarjeta.
Pato y Vivi se conocen desde siempre, cuando hacían natación en el club, tomaban clases de tenis juntas y asistieron a sus primeras fiestitas. Y si bien Vivi pronto se mudó a Belgrano cuando su papá consiguió abrir su propia firma de importación-exportación, siguieron siendo amigas.
Sandra es la última que se incorporó al grupo. Miembro residual -producto de la confraternización universartaria cuando Pato estudió contabilidad en la UBA-, oficializó su pertenencia como tercer vértice de este triángulo al conseguir casa en Gesell un verano en el que no había mucho que hacer. Vivi al principio no se la bancaba. Sobre todo porque Sandra arrastra un hijo de un padre que la dejó sola, aunque con buena manutención. Eso, lo de patria potestad compartida, influyó luego en los fixtures de vacaciones, teniendo que coordinar siempre con el padre para ver cuándo se llevaba al chico y así ellas podían partir en soledad.
Sandra, hijo de por medio entonces, a veces se siente superior a Vivi (con Pato no discute, por un tema de lealtad). Superada, masculla Vivi cuando la otra le enrostra su sabiduría sólo por ser madre. Ja, no te hubieras quedado embarazada en primer lugar si fueras tan sabia, piensa para adentro. Pero nunca lo dice. En verdad, atesora a sus dos amigas muy en lo profundo de su corazón.

Comments:
como sigue?

Ñ
 
qué aerobics es todo este relato
 
¿aerobics?
 
sí sí, aerobics.
 
hay varios amigos míos que han explotado este mercado. no voy a dar nombres.
 
y hay gente que sale con actrices, que salen con gobernadores, que salen con extraterrestres...
c.
 
Ah. Era una historia. Entonces no me siento mal porque me guste la segunda parte.
 
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