lunes, enero 16, 2006
mis ojos
un tren atropelló a un chico. él estaba solo, supongo, porque nadie estaba llorándolo. lo sé porque lo vi. vengo de ahí. en monroe y las vías del ex mitre. el tren estaba atravesado en todo el paso a nivel. parado. la gente, cuando llegué, todavía no había empezado a bajarse. los pasajeros no sabían qué pasaba. yo algo intuí, a lo lejos. porque venía caminando desde libertador hacia el tupper del décimo piso de la calle ugarte, de la parada del 130. vi el tren parado y, repito, pensé que algo debía haber pasado. desde que me mudé acá siempre creí que, tarde o temprano, iba a ser testigo de algo así. que vería un auto hecho mierda. y entonces primero vi una zapatilla de un tamaño de chico o de adolescente chico. y después lo que, supongo, serían partes de las extremedides. busqué con la mirada, sin mucha convicción, el resto del cuerpo. y ahí estaba. la gente, desde el tren, preguntaba a los de abajo: qué pasó. y cuando les contestaban, querían saber si el tren seguiría viaje. no. última estación... esperanza my ass. una vez más, el morbo se apoderó de todos los que estábamos ahí. crucé las vías por donde pude y me quedé parado, a metros de los bomberos que se dedicaban a bajar a los pasajeros y a esperar, supongo, que llegara un juez y alguien que autorizara a sacar lo que quedaba del chico. me estremecí por varias razones. la primera, obviamente, por el chico. por el hecho de que, aparentemente, murió en soledad. no sé qué pasó porque me resistí a escuchar versiones. no valían de nada. hay un chico muerto en este momento en las vías. eso es lo que importa. y punto. después podés decir que quiso cruzar corriendo. o que alguien lo empujó o lo que quieras. ahora, lo único concreto es que el pibe murió. y murió de una de las peores maneras imaginables. y, para peor, a la vista de miles de ojos. ojos morbosos, como los míos. ojos piadosos algunos. ojos inexpresivos de otros. ojos de lástima. ojos que están habituados a carnicerías. ojos que miran la tele y se llenan de cuerpos mutilados. de los de verdad y los de mentira. de los tsunamis, guerras, incendios, explosiones, choques, asesinatos de la vida real y de los tsunamis, guerras, incendios, explosiones, choques, asesinatos de las series y películas. ojos como los del flaco que miró para ver el horror y que, automáticamente, al encontrar su objetivo, se dijo que esa noche no iba a dormir. yo no pensé si iba o no a poder dormir esta noche. no es mi problema. ése sería un pequeño problema. yo pensé en seguida en otra cosa. pensé en f. pensé en una muerte así de f. no se me llenaron los ojos de lágrimas entonces. pero sí después. cuando llegué a casa y no estaba, una rápida llamada de teléfono a los de mis suegros me conecta con m. y me pasa con f. y ahí sí se me aguaron los ojos. no por esa tranquilidad de que a vos no te pasó nada. sino porque nunca voy a estar excento de que te pase algo, f. y es un pensamiento terrible. tanto que es la única razón para no traer chicos al mundo. pensar en eso. y ahora estarán sacando al pibe con espátula. juntarán los pedazos en la camilla de los bomberos y los llevarán a la morgue. y alguien, que no tiene la suerte que tengo yo, va a llorar en serio. y no va a poder dormir esta noche. quizás nunca vuelva a dormir en su vida. y yo fui testigo de eso. porque estas cosas pasan todo el tiempo. pero toman una envergadura totalmente distinta cuando pasan por el tamiz de mis ojos.