sábado, diciembre 24, 2005
we wish you...
no odio la navidad. simplemente, me da más o menos igual. me gusta esa cosa de los regalos y juntarnos todos y tomar un poco y comer otro tanto y demás cosas relacionadas con el arte de abrir regalos después de las doce. lo que no me banco, en cambio, es toda la parafernalia que la rodea, desde los árboles de navidad puestos en noviembre en todos lados hasta las tradiciones más imbancables, como bancarte una misa de dos horas rodeado de gente y con mucho, mucho calor. recuerdo una nochebuena, particularmente simpática para mí, que la pasé solo. yo y la computadora un 24 de diciembre de 2001. no tenía ganas de estar con nadie y por suerte nadie me jodió para que estuviera en otro lado. bueno, sí, un poco. pero eso es historia pasada. creo que ese día se hicieron las doce y yo ni enterado. siempre soñé, por otra parte, estar ese día, a las doce, surcando alguna ruta despoblada, sin nadie alrededor. los 31 sí que lo cumplí, de forma un poco diferente. por ejemplo ese 31 en punta del este que me lo pasé caminando por la mansa. acababa de llegar un par de horas antes y mis room mates del verano recién llegaban al otro día, por lo que hice noche en cualquier lado esperando su arribo. la otra la pasé en un bondi, yendo a brasil. iba con dos amigos, ya que el grueso del grupo había marchado un par de días antes. a las doce de esa noche, estábamos en el medio de río grande do sul y sacamos una petaca de whisky, brindamos con los dos que estábamos ahí, miramos el calendario de carolina peleritti en bolas y nos dormimos en seguida. pero, volviendo al 24, m me acaba de comunicar que en escasos 59 minutos nos pasan a buscar para ir a misa. ok, me baño. baño a f. y todo listo. juntamos los regalos y nos vamos a empezar este ritual divertido, sí, pero con algunos intermezzos realmente insoportables. a m no le gustaría leer esto. pero licencias que da la escritura. quiero, sí, sentarme a tomar algo, mirar al niño correr por ahí y abrir con ilusión sus regalos. eso, como diría mastercard, no tiene precio. tampoco la imagen grasa que acabo de describir. pero no me importa. que se entienda, sin embargo, que me encanta estar rodeado ahora. me gusta saber que tengo a tres personas (recordemos la panza) que hacen de mí su centro del universo, como yo los entiendo a ellos. pero no porque canal 13 me diga en sus propagandas que es tiempo de compartir, sino porque siento que sin ellos ahora estaría solo y embolado en otro lado. amo a mi familia, si me permiten esta pequeña confesión.