calixto

sorry. pero si el sábado a la noche decís que saliste, no podés haber llegado a casa a las 24.15. en serio. m me mira llegar. tiene sueño y estaba tirada en el sillón. qué tal te fue. bien, bárbaro, me divertí, la pasé bien. lo que comimos no estuvo tan bueno, encima nos atienden para el orto (el quejarse de la atención en the embers y decir que no es como era antes habla a las claras de nuestra edad mental). tenés baranda a cerveza. sí, me tomé una y nada más (rebelde soy, hasta ahí, en una mesa plagada de cocas y cocas light). pero me embola llegar a esta hora. ¿qué hora es?, me pregunta entonces. las 24.15 le contesto. y no lo puede creer. y me acuerdo las palabras del vecino del acassusso tenis que se mofaba: una noche que te dan la wild card (está a full con el léxico tenístico) y la aprovechás de esta manera. ja. sí, puede parecer mala. y de repente quise tener veinte años. una más y van... pero hasta ahí, ojo. porque ni bien pasé por libertador y donde estaba parada cero, en olivos, y veo todo el pendejerío deambulando por ahí, la verdad es que me dio fiaca. sí, casi más paro el auto y me bajo y camino entre los pendejos. pero en seguida noté la sinrazón de tal actitud. me une menos a ellos que a mis cófrades del segundo piso de the embers. y encima no la pasaría tan bien. hay una distancia abismal para con estos pendejos. ni siquiera escuchamos la misma música. o nos nos divierte la misma música. ni qué decir de otros temas, sigo prejuzgando (uno de mis deportes preferidos). y sigo por libertador y la verdad es que, a medida que me acerco a casa, tengo más ganas de llegar. de palpar y sentir el tupper del piso diez de la calle ugarte, de disfrutar las mieles de ese limbo que a veces adquier visos de infierno y otras de fiesta celestial. y cuando el domingo a la mañana me levanto y veo que m y f me dejan leer el diario tranquilo, todo parece mejor. eso sí, lástima que era perfil. ya voy a salir un día hasta las ¡4 de la mañana! van a ver.