jueves, agosto 18, 2005
círculo
hoy tenía pensado dos viajes en colectivo bastantes agradables: el primero, de ida al trabajo, escuchando un disco. el elegido, más por pereza que por convencimiento, fue el grandes éxitos de happy mondays. alegre y saltarín, entonces, llegué al diario. sin embargo, a la vuelta, al subirme al 130, busqué el libro que estoy leyendo (y que no es el que tengo en el baño) para completar el tour peronista ideal. sin embargo, me lo había olvidado, ¡sobre los discos que estuve eligiendo! dispuesto a no escuchar de nuevo el cd, revisé la mochila y nada. sólo una libretita en la que, desde el año pasado -y sobre todo el año pasado-, usaba como anotador de mis veleidades de escritor. la realidad es que su relectura me decepcionó. aquello que escribía con tanto afán ahora me sonaba snob (como seguramente me resultaría todo este blog si comienzo a leerlo desde el principio). y eso me deprimió un poquito. aunque hubo un par que me divirtieron, como la arenga ante músicos a la gorra de colectivos que se transformó en un post. pero, más allá de consideraciones estéticas, mi cabeza comenzó a funcionar y disparó para cualquier lado. o sea: flaco (porque estoy flaco en comparación con el año pasado), ponete media pila. tenés casi 32 y si alguna vez pensaste en ser escritor (sí, también pensé que sería actor y que algún día agradecería un oscar, y que sería tantas otras cosas) date cuenta de que vas para atrás (como si hiciera falta que me lo recordara). no sé, cuestión que esta línea me tiró para abajo, no tanto como para meterme debajo del tren, pero me cagó la tarde-noche. las cuadras desde libertador hasta el décimo piso de la calle ugarte fueron, en consecuencia, una pesada travesía de cavilaciones ruinosas. y, producto de la fertilidad matrimonial, le otorgaban al pequeño f y a su hermano/a en gestación, un futuro de pobreza dickeniana. mas al ver al pequeño cuando llegó (porque yo llegué antes, él venía de un cumpleaños), que se vino corriendo a mis brazos con un papá en la boca, todos esos pensamientos agoreros pasaron a un segundo plano. carpe diem, entonces, por lo menos hasta mañana. y la milanesa con papas fritas de la farola, más las cosas que los adultos hacen en la cama y a veces a los gritos, cerraron el círculo de felicidad que se había gestado en mi cabeza por la mañana. nota mental para la próxima: cambiar de disco y no olvidarme el libro.