sábado, julio 02, 2005

 

mirá vos

podría contar cosas sobre la gente que se reúne en la plaza de acá a media cuadra. decir que conocí a los muchachos que se sientan en un sillón estratégicamente ubicado bajo unas palmeras, en una suerte de living al aire libre que, si no fuera por estado ruinoso del sillón, tendría reminiscencias cozies. decir que son tipos buenos, a los que la vida y el vino los trató mal (no necesariamente en ese orden) y que ahora ahogan penas al aire libre. también recordar las charlas con las mujeres de la plaza, señoras curtidas por maridos oficinitas o almaceneros, fáciles para los gritos a los chicos, que hacen la vista gorda cuando estos atropellan a alguien en sus correrías y que no obvian detalles al despellejar a una cófrade en ausencia. o quizás mencionar las viejitas que le tiran pan a las palomas o, para empeorar el cliché, le dejan restos de menudos de pollo a los gatos que pululan por ahí y que se hacen fuertes en el laboratorio de enfrente. contar que según sus relatos supieron ser jóvenes y bellas (!), llenas de ilusiones de grandezas, algunas recién bajadas del barco y ultrajadas, otras contentas con su linaje mestizo. podría contar estas cosas sobre la gente que me rodea, interesantes seres humanos dispuestos a una charla franca si se cuenta con bizcochitos para convidar. pero estaría mintiendo. no los conozco. ni a uno. prefiero pasar entre ellos de forma anónima. algunos ni siquiera me interesan. y, además, estoy tan divertido con el earth.google.com que prefiero ver la plaza desde el pdv de un satélite espía (reíte de la guerra fría). lo siento más cerca. y hasta me emociono cuando la imagen se acerca a mi edificio. che, está recopado.

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