jueves, junio 02, 2005

 

helarte

es tarde. salgo del diario y la lluvia arruina cualquier plan para que el viaje a casa sea animado. no sé, estos días de invierno nominal, con pesadez climática y encima lluvia me están tirando abajo. lo concreto es que me subo al 93 y enseguida se trepan dos muchachones, vestidos entre pobre-folk y pobre en serio. uno, carga una guitarra, bastante trucha. el otro, una armónica. el primero, con pelito enrulado largo y atado en una colita; barbita revolucionaria (esa desprolija, formada luego de meses en que los pelitos ganaron terreno al lampiño rostro). el segundo, un producto típico del interior bonaerense. en fin, dos artistas. y ojo, que a mi me gustan los artistas callejeros -a no confundir con pato poncio fontanet-. pero la verdad es que estaba en uno de esos días y no tenía ganas de escuchar qué tenían para decir. tenía en mi disc man a café tacuba en vivo pero, por respeto a ellos, decidí que no me vieran colgarme los headphones para no ser mala onda. entonces los tuve que escuchar. a la fuerza. y me arrepentí de mi indecisión. de no querer aislarme. porque los tipos en verdad castigaron las cuerdas (de la guitarra y las vocales). arrancaron con inconciente colectivo. sí, nada más apropiado. y la escuché entera vamos. encima el bondi iba a marcha lenta por corte en el ministerio de trabajo. cuarenta minutos para llegar hasta carlos pellegrini. y los tipos que cantaban mal. tan mal que seguramente hubieran sido bochados hasta en operación triunfo. al terminar, nadie aplaudió. otra vez la vergüenza me atrapó. y ellos que le ponían garra. de nuevo una vez máááaiiiiaaaasss, desafinaba el loco. y arrancaron con la segunda. y nadie tenía una piedra para tirarles. y a la tercera, una de pablo milanés que preferí no haberla escuchado por respeto al otro, ya me quería bajar del colectivo. es más, me levanté y me fui hasta la puerta. eran ellos o yo. por suerte, ellos. fueron hasta donde estaba el chofer y luego de comprobar que nadie les iba a dar una moneda (éramos alrededor de 8 pasajeros), se bajaron. gracias. en conclusión, estoy harto de los tiranos de los espacios reducidos y públicos. a mí no me dejan fumar en el colectivo. bueno, tendrían que prohibir a muchos cantar en lugares así. en serio, che, cantaban pésimo, no es insensibilidad social.

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