martes, junio 28, 2005

 

dos goles y un funeral

empezás el día sabiendo que lo vas a terminar de una forma poco recomendable. y entonces lo vivís distinto. si sabés que a la noche tenés que ir a un velorio, cualquier acción que realices durante las horas previas lucirán siempre mejores, por más banales o serias que parezcan. tomemos por caso ir al cine a las 10.30 de la mañana. encima un dibujo animado. pero se vuelve tecnicolor cuando el que te acompaña es el pequeño f, quien con su año y media de vida se adentra por primera vez en las oscuridades de una sala del village recoleta. y no me vengan con falso romanticismo de que hubiera sido mejor hacerlo en las incómodas butacas del stella maris de san isidro, el bristol de martínez o el york de olivos. el tipo estaba sentadito arriba mío, concentrado en la película y (sí, me confieso hereje aunque inteligente) una interminable bolsa de pochoclo, como para que no joda, ¿viste? a la salida, esperaba m (aunque eso fue más una expresión de deseo que una realidad). y me vine a trabajar. y alargo las horas esperando que no me llegue el momento de encarar al norte, meterme en una casa desconocida, y honrar un cadáver ajeno. es la madre de mi tía, a quien quiero mucho, pero sigue siendo su madre, no la mía, o la de m o, dios no quiera, la de f. espero, sin embargo, que como ocurre siempre en estos velorios, termine siendo una agradable reunión social. no es egoísmo, sobre todo porque eran muchos los que esperaban este momento (la muerte de la reputada señora, claro). son esas muertes anunciadas que no terminan de ocurrir. en el medio, tuve tiempo de ver argentina-brasil primera subparte. dos a uno y todos contentos. menos la gente que me espera en la horqueta, claro. hacia allá vamos.

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